Imaginémosnos que la protesta del 15O se hubiera desarrollado en la famosa caverna de Platón. La de la alegoría (República, VII). La historia es conocida: dentro de una cueva se hallan unos pobres desgraciados, con las manos y los pies atados desde siempre, que no pueden moverse sino solo mirar una pared. A sus espaldas, un gran fuego. Entre el fuego y ellos hay un entresuelo donde unas personas mueven unos títeres. El fuego proyecta las sombras de los títeres en la pared dando la impresión de que parezcan seres vivos, enormes y aterradores. Los prisioneros no conocen otra realidad que la donde se han criado y, nada más oir a los titiriteros decir unas palabras, ellos piensan que la voz salga de las sombras.