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El Tribunal de Derechos Humanos dicta una sentencia contra la libertad de conciencia

El 18 de marzo de este año se dio a conocer una sentencia del Tribunal de Derechos Humanos a favor de los símbolos religiosos en la escuela italiana. Lo primero que llama la atención es que siendo un tribunal que debería proteger el ejercicio de los derechos individuales, no hace ni una sola referencia a la protección de estos derechos. Aún peor, considera que los padres son propietarios de sus hijos y tienen derecho a imponerles sus opiniones. En cuyo caso habría que admitir que se les impone por voluntad paterna una conciencia que aún los menores de edad deben ir elaborando entre todas las opciones que se presentan.

Religión y constitución. Razón y contrarrevolución

¿Estamos de vuelta a la Edad Media? ¿Será el Antiguo Régimen nuestra próxima parada? ¿No avanzábamos, iluminados por la luz de la razón, hacia el progreso, cabalgando a lomos del Estado de bienestar, sobre un paisaje cuyo fondo fue la “guerra fría”? ¿Fue ésta el motor de ese Estado? ¿No fue el Estado de bienestar el refugio necesario de la reacción a la espera de tiempos mejores? ¿Hemos llegado a la síntesis de la tesis una vez eliminada la antítesis? ¿Nos hemos quedado sin el motor de la dialéctica una vez eliminados sus antagónicos enemigos? ¿Por qué no quedan ya malditos, herejes, librepensadores, hedonistas, pervertidos, inmorales, anticlericales, revolucionarios? ¿Dónde se refugian?

¿Y si dejáramos de ser ciudadanos? - Manifiesto por la desocupación del orden

Nos interpelan como ciudadanos

Hoy el ciudadano ya no es un hombre libre. El ciudadano ha dejado de ser el hombre libre que quiere vivir en una comunidad libre. La conciencia política que no se enseña sino que se conquista, ha desaparecido paulatinamente. No podía ser de otra manera. El espacio público se ha convertido en una calle llena de tiendas abiertas a todas horas, en un programa de televisión en el que un imbécil nos cuenta detalladamente por qué se separó de su mujer.

Exorcismo

 Una crisis económica: ese es el “momento de la verdad” según todas las teorías críticas heredadas del siglo XX. Y sin embargo, ¿qué pasa? No mucho, o bien un giro derechista, o bien algo que por ahora no vemos con las lentes que tenemos... Yo creo que para ser creíble un lugar de elaboración colectiva y de pensamiento tiene primero que medirse con este no-saber lo que está pasando. Quien no desee pensar, sino entregar su energía activista a otra ilusión (supuestamente) movilizadora ya encontrará otros espacios...

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